El asfalto de Sepang se convirtió en la cara y la cruz de Marco Simoncelli. Asfalto donde en 2008 se coronaba como campeón del mundial de 250 cc, y donde en el día de ayer, se tragaba a uno de esos pilotos que nunca pasan desapercibidos.
Marco, fue y será siempre recordado como aquellos hombres que pasan por la vida sin dejar indiferente a los demás. Querido y odiado como lo son los hombres llamados a hacer grandes cosas, se dejó la vida en el asfalto de Sepang, en una de esas catástrofes que a veces acontecen a este deporte, y que nada tienen que ver con un error en las normas de seguridad. Una cadena de desfortunios, llevó al piloto italiano al suelo, donde fue arrollado por Colin Edwars, en una lance donde también estaba uno de los mejores amigos de Marco: Valentino Rossi.
En ese preciso momento Simoncelli era rápidamente trasladado a la clínica, donde el hermetismo y la tensión eran máximos. Desde ese preciso momento, pasaron 45 minutos eternos, donde solo existía dolor y esperanza por la vida de Marco Simoncelli. Todos agolpados en la puerta esperaban impacientemente alguna noticia.
En la lejanía se podían divisar a un fotógrafo abatido, con el objetivo sin preparar, y entre lágrimas decía: “no quiero fotografiar esto”, mientras su padre Paolo, intenta no perderse ni un segundo de la vida de su hijo, a quien intentaban reanimar una y otra vez. De repente de entre el silencio profundo y doloroso se escucha un grito desgarrado y lleno de dolor, “Nooooooo, Noooooo” provenía de Giampiero Sacchi, el hombre que confió a Marco el peso del grupo Piaggio en 250 cc con Gilera, y que lo quería como un hijo. A la vez, Pernat, su asesor, con voz entrecortada y muy afectado exclamaba ¡Povero marco, Povero Marco (pobre marco), y finalmente Paolo Simoncelli salía de la clínica caminando con pausa, dirigiéndose a sus mecánicos para de su propia voz, decir una de las frases que jamás pensaba que tendría que decir: “Son las 16:58 Marco no sobrevive a la parada cardiorrespiratoria”. En ese preciso momento, una losa cae sobre la familia del motociclismo y sobre la del deporte en general. Pernat ante la tremenda noticia exclama entre palabras llenas de dolor y de rabia, típicas de a alguien a quien le arrebatan a un ser querido: “Dejo esto, lo dejo, ya no más”. No solo Pernat se ve vació y sin sentido de seguir, Valentino Rossi, en una silla de un box lleno pero a la vez vació, con una mirada perdida, sin aun haber digerido una noticia de tal calibre, ve como su amigo y compañero de profesión se va, habiéndolo visto tan de cerca en el asfalto de Sepang.
Marco Simoncelli dijo ayer adiós a todos en un lance desafortunado de carrera, pero eso sí, haciendo lo que más amaba en esta vida, subirse a una moto.
Piloto siempre polémico, siempre en el ojo de las críticas por su a veces extrema agresividad en pista, tuvo lances entre otros con Pedrosa o Lorenzo, quienes ayer también lloraban su pérdida.
Agresivo en pista, tal vez por otra parte normal en aquellos pilotos ambiciosos y jóvenes, que solo buscan llegar cada vez más y más rápido a la línea de meta, veía como se iba su vida, en una de las maniobras menos comprometidas de su carrera. Simplemente tuvo mala suerte.
Marco Simoncelli siempre permanecerá eterno en nuestro recuerdo subido a su moto, dejándose la piel en cada curva, porque simplemente, Marco nació para ser eterno.
Descanse en Paz Marco Simoncelli.
Fdo. Mateo García.
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