El estilo marca la identidad de un equipo, y sus jugadores ejecutan las pizarras de los técnicos. Pero hay algo en el futbol que se escapa a las pizarras, y es la confianza en tu futbol. El Barcelona demostró el sábado que cree en su estilo, y que jamás renunciará a la pelota por muy mal que se le pongan las cosas.
El sábado estaba marcado en rojo en el calendario culé como uno de esos días donde toca demostrar la grandeza de este equipo. Muy cuestionados durante los últimos meses, el Barcelona llegaba al clásico por primera vez sin la etiqueta de favorito. Las razones: visitaba el Bernabeu, se encontraba a 6 virtuales puntos del líder, y encima jugaba contra él. Un ambiente hostil le esperaba en el coliseo blanco, y encima comenzaba el partido con un gol a los 22 segundos fruto de un error de su guardameta Víctor Valdés.
Con todos estos acontecimientos, todo apuntaba a la debacle. El Barcelona no estaba cómodo en el campo y además se encontraba con media liga perdida. En esos momentos, cualquier equipo hubiese perdido los estribos, se hubiese desatado en busca de un gol por encima de mantener su estilo. Pues en los momentos de emergencia se abandona el rigor táctico y se acude a la garra.
Pero el Barcelona fue grande hasta en la adversidad, y es precisamente ahí donde se forjan los grandes equipos. En esos momentos donde se pone en jaque un proyecto, donde asaltan las dudas, donde no acompaña la suerte… Precisamente ahí, es donde hay que demostrar la grandeza de un equipo llamado a ser histórico.
Y fue en ese preciso momento, donde el Barcelona haciendo un ejercicio de personalidad, decidió seguir jugando a su futbol, el único que sabe hacer, y que borda a la perfección.
A pesar de todo, el Barcelona se dedicó a tener el balón, siguió apoyándose en su portero, mostrándole así su confianza, y Valdés respondió a su equipo como solo los jugadores con personalidad y carisma lo hacen. Siguió jugando con los pies, pese a no estar acertado en la noche del sábado.
Fue así como el Barcelona acabó dominado un encuentro, en el que lo único que necesitó fue la inestimable ayuda de su estrella Lionel Messi, quien apareció otra vez cuando su equipo lo necesitaba. El argentino se metió en el centro, y utilizó su inmensa calidad para organizar el juego culé. Hizo de Xavi e Iniesta en la primera media hora, creando una ocasión de gol y dando el primer tanto.
Cuando todo volvió a la normalidad, y el partido volvía a comenzar a los 30 minutos de encuentro, el Barcelona ya si empezó a funcionar como de costumbre. Xavi volvió a coger la manija de este Barcelona e Iniesta empezó a sacar su inmenso repertorio. Alexis desgastó a Coentrao y Cesc volvió a marcar como últimamente viene haciendo.
El 1-3 final no es solo una simple victoria que deja virtualmente líder al Barcelona y le reengancha a la liga con mucha fuerza , sino que es una nueva exhibición de un equipo que parece no tener límite. Un equipo que vuelve a demostrar porque ha ganado todo lo que ha ganado, y que da razones suficientes a quienes como yo consideran a este Barcelona como uno de los mejores equipos de la historia.
El valor de la identidad de un equipo no solo está en su estilo, sino en la creencia de los jugadores en él. El sábado los jugadores blaugranas demostraron que creen en su futbol y que no renuncian a él por muy mal que se pongan las cosas.
Quizás ese sea el éxito de este Barcelona: su identidad y confianza como equipo.
Un saludo pivotistas.
Fdo. Mateo García Cano.
Twitter:@Mattgarco.
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