martes, 28 de junio de 2011

¡¡¡ MONUMENTAL DOLOR !!!


Desde el pasado Domingo, Buenos aires y sus calles no tienen el color de siempre. Paredes y muros pintados claman venganza, escaparates rotos reflejos de un dolor convertido en rabia, y llantos y más llantos por cada rincón de la ciudad. El descenso de River el pasado domingo, fue sin duda, un mazazo incontestable a una afición tan grande como centenaria.
La capital argentina se ha convertido en una ciudad dividida entre quienes se regocijan del dolor de su eterno rival, mientras que miles de almas frangi-rojas derraman lágrimas de un dolor que solo el hincha argentino conoce.
Para los argentinos el futbol es algo más, transciende del espectáculo al sentimiento más profundo. River al igual que Boca o cualquier hinchada argentina, es parte de la vida del argentino. Capaz de jugarse la vida cuando va al estadio, capaz de poner la poca plata que tiene para alentar a su equipo, capaz de no dormir cuando su equipo le va la vida, capaz de reír y capaz de llorar con lo que para unos es un simple deporte, y que para ellos lo es todo, ¡¡es...su River!!.
La franja roja pegada al pecho es para quien se la pone, una segunda piel, una franja marcada a sangre por las miles de batallas que se cobraron en los 110 años de existencia. River nació para ser grande, y en momentos como estos, es cuando se pone aún más a prueba la grandeza de los del Rio de la Plata.
La grandeza no solo se mide por los títulos, sino tambien en estos momentos de dolor, en estos momentos donde has caído, y donde se tiene que ser capaz de volver a levantarse, pese a vivir momentos donde la tristeza no te hace ver más allá que el abismo inmediato, y donde la auténtica hinchada debe cobrar su grandeza y su sentido.
El de ayer fue el dolor desgarrado de un sentimiento hasta entonces desconocido. Un sentimiento para el que nadie estaba preparado. Cualquier desgracia es dura, pero si además uno no está preparado, el dolor es eternamente mayor. Nadie se lo creía, pese a ser una muerte anunciada, pese a la lógica, la ilusión y el aliento se agarraban a lo inagarrable, e hicieron creer a una afición rota de dolor durante una temporada que pasará a la historia, lo que nunca acabó de producirse.
El Monumental era testigo de cómo su equipo desaparecía tras 110 años de la máxima competición nacional argentina. El dolor se fundía con la indignación y la vergüenza que da un descenso de un club grande.
Pero la afición de River está y estará siempre con su equipo, y no cabe dudas que se levantarán y volverán siendo aún más grandes de lo que eran cuando se fueron.
Ánimo River, te esperamos!

Un saludo pivotistas.
Fdo. Mateo García.




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